¿Qué cuentan otras mamás?

Otras mamás, no necesariamente en el mundo corporativo se han animado a compartir su historia también. Así que estrenamos nueva sección en el blog “¿Qué cuentan otras mamás?”

Comenzamos con Rosa! Una emprendedora que se animó a contarnos su historia de maternidad, emprendimiento y más recientemente de inmigrante!

Aprovecho y las invito para que toda aquella mamá y papá que nos quiera contar cómo viven la maternidad, cómo combinan todas sus facetas o si sencillamente no saben por dónde comenzar, nos escriban a mimamicorporativa@gmail.com y coordinamos!! 😊

Aquí les dejo a Rosa!

Día, 29 de octubre de 2018.

Hace unas 3 semanas que comenzó esta aventura.

Mi nombre es Rosa, y por primera vez en la vida comienzo a dejar registro de mi historia a modo de catarsis, porque creo que al igual que yo, hay muchísimas mujeres que han estado (o están actualmente en mi situación).

Este nuevo capítulo de mi vida que desde hoy comienzo a narrarles, empieza en Segovia, una hermosa ciudad que se encuentra a una hora de Madrid, España y hoy, finalmente, después de hacer una diligencia en el correo postal, encontré un momento para sentarme y dejar plasmado.

Vengo de Caracas, Venezuela. Ciudad donde nací, crecí, me casé y tuve a mi primer bebé. Caracas era la ciudad perfecta de dónde nunca quería salir. Sabía que mi vida estaba perfectamente planificada y hasta que tuve a mi primer bebé todo iba de acuerdo al plan.

Este primer relato que acá les narro (mientras se me congelan las manos porque me quité los guantes para poder escribir) cómo el dicho que reza: “Uno hace planes y Dios se ríe de ellos” es lo más cierto y real que les puedo dejar. Pero vamos por parte.

Les iba contando cómo mi vida planificada iba de acuerdo al plan. Mi esposo médico y yo educadora. Dos estudiosos de la persona humana que buscábamos el bien de ella en diferentes dimensiones. Mi esposo con un futuro interesante en un país con muchas oportunidades (cabe destacar que crecí prácticamente con el régimen dictatorial de Hugo Chavez y su séquito. Tenía 12 años cuando fue electo y ahora tengo 32) y yo con mi nuevo y recién estrenado cargo como coordinadora de español en el preescolar en el que trabajaba ya desde hace 5 años.

El 19 de diciembre del 2015, nace nuestro primer bebé y con él la vida nos dió un sacudón a ambos que todavía estamos intentando surfear. Yo le decía a mi esposo (y perdonen la sinceridad) que hasta la manera de ir al baño me había cambiado. Es increíble como por más que te lo adviertan y te prepares para ello la realidad siempre se queda corta.

Cuando una es madre, es cuando realmente formamos carácter. Ya no hay agotamiento, trabajo o enfermedad que valga. Acá todo gira entorno a ellos y no hay ni 8 horas de sueño corridas, ni fin de semana relajado en cama.

Lo que la vida nos pone en frente no es un computador que ponemos en reposo y podemos retomar después del café.

Lo que nos pone en frente es una pequeña almita que dependerá de nosotros por mucho tiempo, pero de este tema, hay mucha tela que cortar, así que lo retomamos en otro momento.

Ahora bien, poco a poco fueron pasando los meses y mi plan perfecto de que “mi bebé empezará a ir a la guardería donde yo trabajo cuando mi postparto acabe” se fue desvaneciendo. Me tocaba volver a mi puesto cuando él tenía 8 meses de nacido (porque quedaron de por medio las vacaciones) y yo con el corazón roto me di cuenta de que no estaba lista.

No estaba lista para dejar ese espacio de intimidad que ambos habíamos tenido los últimos 6 meses, no estaba lista para exponerlo a un ambiente escolar siendo aún tan vulnerable y pequeño, no estaba lista para volver a la rutina.

Era tiempo de un cambio y mi pequeño bebé fue el mejor detonante de esa necesidad de no seguir haciendo lo que sabía hacer para comenzar hacer lo que me encantaba de verdad. Fue en ese momento (6 meses después de mi primogénito) donde nació mi segundo bebé: Verdementa Paper Design, un proyecto que giraría en torno a la papelería, el diseño gráfico y el color, pero que aún no tenía muy claro ni qué abarcaría, ni cómo lo haría.

Solo sabía que pasé toda una vida dedicada a la Educación y ahora me adentraría en un mundo totalmente diferente, pero que genuinamente me encantaba. Era el momento de explorar nuevas alternativas y comenzar nuevos retos y de alguna manera, mi postparto y mi nuevo emprendimiento deberían aprender a convivir juntos, y aunque no estaba muy clara de cómo lo haría estaba dispuesta (por primera vez) a darlo todo he intentarlo.

Al final, ¿qué podía perder?, estaba renunciado a mi trabajo para dedicarme a mi bebé y en teoría no habría ningún problema en incluir una nueva variante en mi vida: UN EMPRENDIMIENTO; el único detalle era, que debía comenzar por el principio y eso implicaba: aprender desde cero un nuevo oficio. 

Rosa Trimboli

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